Fue la recámara de la princesa María Teresa, primogénita de Antonio I, desde que la familia se mudó al Deán en 1831 hasta que la joven abandonó el palacio y se mudó a la Quinta Imperial de Guápulo tras su matrimonio con Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha en 1851.

La mayor parte de muebles, ricamente labrados y taraceados, fueron encargados junto a los de las demás habitaciones de la época al Taller de Quito, en el convento de San Francisco; mientras que las dos butacas y la silla del tocador fueron adquiridos posteriormente por la misma princesa. Dos retratos pequeños de los abuelos paternos de María Teresa se ubican sobre las mesas de noche, mientras que una Virgen con el niño en brazos corona la cama con canopeo de tela francesa.