Salón de los Escudos



Su nombre responde a los dos grandes cuadros con los emblemas que las familias Sucre y Carcelén tenían antes del Imperio, y que se combinarían para dar lugar al de la Casa de Sucre-Quito en 1830. Sin embargo, el espacio también es conocido como Salón Blanco por el color de las paredes, el piso de mármol italiano e incluso la tapicería de los muebles.

 

Este espacio posee además dos pinturas anónimas del siglo XVII que pertenecen a la Escuela Quiteña: una del viaje de la Sagrada familia a Egipto y otra de la Virgen de La Merced, patrona de los Ejércitos quiteños. La decoración austera es la que se le imprimió desde un inicio el arquitecto Lavezzari, por lo que es considerada la única estancia del Palacio que no ha sufrido cambios significativos desde que fue creada. El mobiliario es original de la época del emperador Felipe I al igual que las lámparas de origen estadounidense.

 

El salón era el primero al que accedían aquellos que llegaban a Palacio, y aquí esperaban a ser anunciados o hasta que algún miembro de la familia imperial los recibiera. En los domingos de audiencia general, era el espacio en el que aguardaban aquellos que deseaban audiencia con la emperatriz Mariana, quien los recibía en el Salón de Retratos.